EXPERIENCIA DE
TANATOLÓGIA EN HOSPITALES DE SALUD
PÚBLICA:
POR RAUL SERRATOS Y ZAMORA
La Asociación Mexicana de Tanatología, A. C. (AMTAC), inició su trabajo de atención hospitalaria, en el Hospital Regional Lic. Adolfo López Mateos, en la ciudad de México, con un curso de introducción a la Tanatología en el mes de enero de l994, y en abril del mismo año comenzó a atender enfermos terminales y a sus familiares, en los Servicios de Pediatría, y Medicina interna; a partir de 1995 también se da atención en Urgencias.
El grupo de atención hospitalaria Tanatológica quedó integrado por miembros de la AMTAC que cursaron el diplomado de Tanatología a cargo de la misma Asociación. En el año 2003 y gracias al Dr. Manuel Tovilla y Pomar Médico pediatra y Tanatólogo, quién nos puso en contacto con la Dra. Aurea A. Erazo. Jefa de Oncología de Centro Médico Nacional “Hospital 20 de Noviembre” se empieza a trabajar en dicha institución con un equipo de cuatro Tanatólogos a los que se nos asignan los departamentos de Oncología Médica, Oncología Quirúrgica y Hematología, cada uno con 30 camas.
En la actualidad el equipo de atención hospitalaria, en dicho hospital está integrado por Una Dra. Tanatóloga, dos Psicólogas Tanatólogas, y una Tanatóloga, todas miembros de la AMTAC y que cursaron el diplomado. Nuestro trabajo consiste en acompañar al enfermo, Terminal o en Fase Terminal y a su familia, en un proceso penoso, que puede durar en algunos casos años, como es el caso de estas enfermedades. Ej. La Leucemia tiene un protocolo de 3 años si el enfermo no sufre recaída.
La atención hospitalaria difiere en algunos aspectos a la que se recibe en un consultorio. Empezando por el hecho de que rara vez somos solicitados por el paciente o familiar, ya que se desconoce este tipo de apoyo. Nuestro enlace con el paciente en el C. M. N. 20 de Noviembre es a través del Jefe de enfermería que es el que nos remite al enfermo que a su parecer está necesitado del apoyo Tanatológico. ( no podemos perder de vista que en estos departamentos ya mencionados, todos los pacientes son Enfermos Terminales y conocen su diagnostico o están a punto de confirmarlo) por lo cual son pacientes Tanatológicos, y los que nos asignan, son los más graves, o en situación de crisis emocional, ya sea por las complicaciones del mismo tratamiento, por alguna recaída, por las pérdidas sufridas, por las emociones o fases que vive el enfermo, muchas veces depresiones profundas, por problemas familiares, económicos, por algún diagnóstico, ausencia de sus seres queridos etc.
No podemos olvidar lo que
Cecily Saunders, sostiene “El dolor del enfermo
oncológico avanzado es un dolor
total, es decir,
el sufrimiento nos es solo físico, sino también psicológico, social y espiritual”.
Y la atención a los familiares que en algunos casos son los más angustiados y que sufren por todas las situaciones que vive el paciente, mencionadas anteriormente, y con la impotencia que sienten por no poder hacer más por su ser querido.
Gracias al buen
desempeño del equipo de
Tanatología, hemos captado la
atención de los Médicos
tratantes. (El Hospital
20 de Noviembre es un Hospital de
especialidades y en cada área hay un equipo
de Médicos especialistas. Estos
Médicos se han
dado cuenta de nuestro trabajo, y en varias ocasiones ha solicitado el apoyo Tanatológico a la hora
de dar un diagnostico o desahuciar a un enfermo.
Y también piden apoyo para familiares, o para algún paciente en particular que ellos consideran necesita de la Tanatología.
Por lo que nuestro acercamiento al paciente tiene que ser con un absoluto respeto sin olvidar que viven en muchos casos estados de crisis profundas, por lo que el primer acercamiento es fundamental para ser aceptados y acogidos por el, ( El Dr. Reyes dice que la Tanatología es un arte, y si que se necesita para este primer encuentro). Después de este primer paso ya somos necesitados y solicitados por los mismos pacientes.
Esta relación
Tanatólogo - Paciente se
fortalece y se
hace indispensable, cuando
se escucha responde, comprende, ayuda, aclara,
y cura las
emociones y necesidades
del paciente, por lo que la
relación llega más allá del hospital, a
las familias, a los hogares, muchas
veces a través
del teléfono, o
con visitas, cuando no es foráneo
y así el Tanatólogo se convierte en el amigo incondicional del
paciente, y el paciente
en un promotor
de la Tanatología ya que el mismo
nos recomienda con otros pacientes.
Pero si el paciente rechaza la ayuda Tanatológica (raros casos) nos retiramos.
Fase Terminal
Cuando, la Medicina no puede hacer ya nada por el paciente, en el hospital lo llaman “Máximo Beneficio”, y generalmente lo remiten a su casa con cuidados paliativos, esta información se les da delante de los familiares, es un momento muy fuerte, los Doctores hablan con mucha claridad, por lo que el paciente generalmente esta consiente de la gravedad de su estado, salvo algunos casos en los que sigue viviendo una negación.
En esos momentos sentimos que se derrumba todo nuestro trabajo, ante la impotencia de los Médicos y del enfermo, no es raro que nos contagiemos de una cierta frustración que nos lleve a
pensar que ya no
podemos hacer algo, y que nuestra presencia y acompañamiento son
inútiles.
Al enfermo le han quitado la Esperanza, que le hacía soportar tratamientos largos y dolorosos, además de todas las pérdidas que conlleva la enfermedad, por lo que las reacciones en el enfermo y familiares, van desde la negación, o no aceptación del diagnóstico, mucha angustia, frustración, rabia contra el tratamiento e institución hasta la resignación, y en algunos casos la aceptación cuando ya están cansados de luchar.
¿Qué hacer en esos momentos? ESCUCHAR, nuestra relación con el enfermo Terminal debe caracterizarse por la escucha dejar que la persona se rebele para poder encontrar juntos el sentido de la muerte. Es todo un arte descifrar los sentimientos del paciente a través de sus palabras, sus gestos y su silencio. Y así ayudarlo a encontrar la Esperanza Real que es la que lo sostendrá y que brotará de la espiritualidad del paciente ya que en esta etapa es muy importante.
La labor del Tanatólogo no es darle las respuestas sino caminar a su lado, escuchando sus luchas, miedos, llevándolo a encontrar los elementos para afrontar su muerte. Debemos considerar varias cosas: un paciente en etapa de fase Terminal, tiene temor al dolor y a la debilitación progresiva, a la pérdida del control de si mismo, a la dependencia de los demás, al aislamiento, a lo desconocido a la muerte, y también, el dolor de dejar a su familia, “cuantos padres encontramos que su mayor preocupación son sus hijos”.
Por lo que debemos ser muy cuidadosos ya que se requiere de toda nuestra atención y dedicación, para brindar al paciente la ayuda que el enfermo necesita en ese momento tan especial de su vida la labor Tanatológica profesional, la empatía y el amor incondicional ayudarán a reducir, en parte, la ansiedad y la angustia del paciente y de la familia. Sin olvidar que para nosotros es también un momento fuerte, sobretodo si hemos acompañado al paciente por largo tiempo.
El momento de la agonía
Es otro de los privilegios que tenemos los que trabajamos en los hospitales, el estar en el momento más importante en la vida de toda persona el de la Muerte, es la hora de la verdad y de la autenticidad y recibimos de ellos, herencias espirituales que recordaremos siempre. Son unos momentos de mucha emotividad de despedidas, de silencios, si hay conciencia, una pregunta, ¿ qué
puedo hacer por
ti? Muchas veces nos dicen, rezar. Hay personas que durante toda su vida o todo
su proceso dieron la impresión de no tener fe, y en este momento, se presenta
la esperanza religiosa.
Quizás el adecuado tratamiento puede llevarlo a un profundo sentido de la muerte y del más allá. La comunicación de la vida del espíritu y de la riqueza interior puede resultar más reconfortante que una transfusión de sangre. (Palabras del Dr. Pérez Varela).
Hay otros momentos en los que el moribundo no encuentra la paz, si su estado lo permite, hay que animarlo a expresar estas preocupaciones que muchas veces son por el desamparo en que quedaría su familia o por otras razones. Pero para los que estamos a su lado, y lo hemos conocido a acompañado no deja de ser una experiencia entrañable, son despedidas, que vivimos, muy fuertes en algunos casos pero que no cambio por nada.
Y repitiendo al Dr. Pérez Valera.
“No es de extrañar que
una experiencia tan
demandante sea tan enriquecedora”.
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